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Corrí como alma que lleva el diablo todo el camino desde el Atalaya, sin detenerme hasta mis habitaciones, donde cambié antes de derrumbarme atravesado boca abajo en mi cama, sin aliento, la cara oculta entre mis brazos cruzados, luchando por contener las lágrimas.

—¿Mael?

La voz de madre en mi me...