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Su gemido sofocado me obligó a contener la risa. Me incliné hacia ella para olerle la cabeza y el cuello. Había resultado una espía. ¿La sanadora era parte de la conspiración, o la había engañado también a ella? Maldita farsante. Había hecho bien en mantenerla lejos del castillo.

—¿Dónde la ocultas...