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125.- El sabor de lo real.

—Gracias, Jonas… ¿te puedes quedar un momento? —preguntó con una voz suave, aún un poco áspera por el descanso, pero cargada de una cercanía nueva, casi íntima.

Él asintió y tomó asiento al pie de la cama, sin invadir, pero disponible.

Miriam ya estaba allí, sentada en una silla con un cuaderno sobr...