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CAPÍTULO 2

CAPÍTULO 2

Stephen fue el primero en despertar en una habitación del hotel donde se hospedaba, pero que no era la suya, miró a un lado y sonrió al ver el cuerpo junto a él, reconoció que fue una chica muy fogosa y con la que disfrutó mucho hasta caer rendido.

Se arregló sin prisas observando la blanca piel de su espalda desnuda donde destacaba lo que parecía una marca de nacimiento, se entretuvo unos segundos identificando la forma, hasta que su teléfono vibró con un mensaje de su chofer avisándole que ya iba camino a buscarlo.

Dudó entre dejarle una tarjeta o salir furtivamente, pero él no era un ladrón, así que retiró el cabello que cubría su rostro y admiró su belleza a la luz del día, luego le dio un suave beso en la marca de su espalda y salió.

Había sido una buena noche, aunque no recordaba cuándo la conoció y menos cómo acordaron verse en esa habitación que estaba justo frente a la de él, concluyó que era de ella, sonrió sacudiendo la cabeza y entró a su habitación.

Él había llegado a la ciudad y al país procedente de Europa, donde vivía desde su adolescencia, ahora al cumplir los veinticinco años había recibido la llamada que esperó por mucho tiempo:

–Stephen, ya tienes que regresar y hacerte cargo de la empresa familiar.

–De acuerdo, ya estoy preparado.

–Pero sabes que antes debes contraer matrimonio.

–Sí, eso lo tengo claro y también me preparé para cumplirlo.

Ese matrimonio era un enlace bajo contrato y que había sido previamente acordado por sus padres, así era desde siempre, los matrimonios eran alianzas estratégicas que permitían el afianzamiento y crecimiento de la fortuna familiar.

–Te casarás con Isela Dover, sus padres son lideres del mercado inmobiliario de Chicago y sus alrededores, así que esa unión será muy beneficiosa para tus proyectos.

–Eso espero…, bueno, empacaré para mi regreso.

El día del compromiso también era la ocasión en la cual los futuros esposos se conocerían. Todo estaba preparado en la residencia Dover para recibir al futuro esposo de la hija mayor de Andrew Dover.

Isela se olvidó de respirar al verlo, era el mismo hombre que había elegido al azar en la barra para tenderle la trampa a su hermana menor, todavía tenía en su poder el video que grabó esa noche con una cámara oculta.

–Buenas tardes, soy Stephen Harmon.

–Hola soy Isela Dover –dijo con un leve temblor en la voz.

–Y esta es nuestra hija menor, Holly –presentó la madre de ambas, Isela se quedó paralizada cuando su hermana apareció bajando las escaleras y vio la expresión de él, ya que, obviamente, la había reconocido.

Sin embargo, Holly saludó cortésmente sin dar indicios de haberlo conocido antes y eso le dio cierto alivio a su hermana, pero en su mente se instaló la idea de que debía evitar a toda costa que ellos dos conversaran a solas en algún momento.


La relación de Jonathan y Holly no va bien…

–Holly, nena, ¿qué pasa contigo?

–Nada Jonathan, es que no me apetece pasear –dijo cuando él la invitó a caminar.

–Algo pasa, desde la fiesta estás distante, apenas respondes mis mensajes, antes pasábamos horas al teléfono y ahora me cortas enseguida, ¿serás honesta conmigo?

Ella lo miraba y pensaba que no podía ser honesta, la vergüenza la agobiaba por haber despertado en una habitación de hotel, desnuda y con claras evidencias de haber tenido sexo.

Ante el silencio de Holly y con todo el pesar que acumulaba en su pecho, Jonathan le dijo:

–¿Sabes qué?, dejemos esto hasta aquí, no puedo con tu silencio, tu distancia y tu cambio, si regresa la Holly que era mi novia… búscame.

A Holly se le llenaron los ojos de lágrimas, pero lo dejó ir, no podía hacer absolutamente nada para cambiar lo que había sucedido con ella y le era imposible confiárselo a alguien, mucho menos a él.

Caminaba de regreso a su casa cuando casualmente se encontró con Shauna, su mejor amiga…

–Holly de mi corazón, ¿dónde te habías metido?, no respondas, voy a llamar a Hugo, está por aquí cerca.

–Hola par de amigas y tú ingrata –dijo Hugo señalando a Holly, en cuanto se bajó de su lujoso Mercedes descapotable–, debería retirarte el saludo, ¿cómo es eso que te fuiste de la fiesta sin decirnos nada?, ni siquiera sabía que habías tomado tanto.

–¿Qué? –preguntó Holly sin entender las palabras de su amigo.

–Isela fue la que nos dijo que te había encontrado muy ebria y te había subido a un taxi para que te llevara a tu casa.

Holly quedó aturdida con la explicación de Hugo y Shauna, ¿Isela dijo eso? ¿Por qué? ¿Qué sabía ella para despistar así a sus amigos?

Soportó estoicamente todos los reproches y al final se disculpó con los ojos brillantes y sin aclararles absolutamente nada, los adoraba, habían compartido muchísimo y sabía que podía contar con ellos, sin embargo, la vergüenza la consumía y le resultaba imposible comentarles lo que realmente había sucedido la noche de la fiesta.


Holly no tenía idea de que su hermana vigilaba estrechamente cada paso que daba, a la vista de todos, Isela estaba dedicada a preparar aceleradamente la celebración de su boda, pero en realidad no le quitaba el ojo de encima, con el único objetivo de que no tuviera nunca oportunidad de hablar a solas con Stephen.

Fue así como se dio cuenta de que su hermana comenzaba a rechazar la comida, en las mañanas tardaba en salir de su habitación y cuando lo hacía, lucía ojerosa, ella hizo varias pruebas con perfumes y aromas diferentes en la cocina y en cada ocasión su hermana sin mucho disimulo palidecía y se alejaba casi corriendo hasta encerrarse en su habitación.

“Esta estúpida se embarazó” –dijo Isela para sí misma y de inmediato comenzó a planear mentalmente una barbaridad para hacerla perder a ese bebé.

–Elena, necesito hablar con tu hermano –dijo Isela por teléfono.

–Isela, estas a punto de casarte, ¿qué quieres con mi hermano?

–Boba, envíame su número, en serio necesito hablar con él.

–De acuerdo, ya te lo mando.

Pasados unos pocos segundos tenía ya el contacto del hermano de Elena, un hombre del que tenía referencias de que, por una buena cantidad, haría cualquier cosa.

Cuando se reunió con él en una banca del parque semioculta por muchos árboles frondosos, le mostró primero fotos de Holly antes de contarle su plan.

–Vaya, tu hermanita es muy hermosa, la disfrutaré mucho.

–Tú solo no, quiero que lo hagas con dos amigos más.

–¿Qué te hizo?

–Se embarazó de mi prometido.

–¿Con esa carita de ángel?

–¿Lo harás o no?

–Va a costarte bastante.

–Eso no es problema.

Acordaron todo y mientras el hermano de Elena se alejaba de ella, Isela contemplaba su espalda y sonreía con mucha perversidad:

“Lo siento hermanita, pero no puedo permitir que ese bebé que concebiste la noche del club, llegue a este mundo.”

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