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CAPÍTULO 1

CAPÍTULO 1

En una habitación de un lujoso hotel una chica gritó de dolor ante la brusca intromisión del hombre con quien se encontraba en la cama, entonces él tuvo la cordura suficiente para tratarla bien, ya que pudo reconocer la inexperiencia de la chica y la estrechez de su cavidad, aunque estaba muy exaltada.


A la mañana siguiente Holly se despertó aturdida, de buenas a primeras no reconoció el lugar en el que se encontraba, aunque claramente era una habitación no recordaba cuándo ni cómo llegó allí.

Los insistentes toquidos en la puerta la hicieron reaccionar, se envolvió en la sábana y acudió a abrir.

–Holly, por Dios, te he buscado toda la noche –reclamó su hermana mayor entrando y viendo todo a su alrededor–, ¿qué haces en esta habitación?, ¿con quién estabas?

A Holly le costaba pararse derecha y mantener los ojos abiertos, sentía un estallido constante en su cabeza, aparte del estómago revuelto y una sensación extraña en su entrepierna.

–No recuerdo.

–Yo sí, la última vez que te vi bailando te dije que dejaras de beber, estabas fuera de control.

–Ay no, ¿y mis amigos?

–Cada uno encontró acompañante y se retiraron, pero yo me quedé porque no sabía de ti y ellos tampoco.

–Lo siento.

–¿Lo sientes? Sabrá Dios qué hacías en esta habitación y con quién, solo puedo asegurarte que no fue Jonathan porque él me preguntó varias veces por ti.

–Voy a vestirme.

–Date una buena ducha primero, así no puedes llegar a la casa de nuestros padres –le dijo su hermana y cuando Holly giró dándole la espalda, una maliciosa sonrisa afloró en el rostro de Isela.


Ciertamente sus amigos se habían retirado, pero fue porque ella se encargó de despistarlos:

–Isela, ¿has visto a Holly? –preguntó Hugo.

–Sí, hace unos minutos la subí a un taxi y la envié a casa, estaba muy ebria.

–¿Cómo se fue así? –expresó Shauna–, mañana temprano iré a buscarla.

–Sin ella entonces, se acabó la fiesta, menos mal que había disfrutado bastante –comentó Hugo con resignación.


Mientras se duchaba, Holly notó algunos moretones en sus senos, huellas de dientes en su hombro derecho que si bien no eran profundas se destacaban en su blanca piel.

–¿Qué pasó anoche? ¿Quién me hizo todo esto? Dios definitivamente tuve sexo, tuve mi primera vez con alguien que no recuerdo y que seguramente es un desconocido, ¿qué hice?, y, ¿por qué?

Las lágrimas se confundían con el agua de la ducha, la pena y la tristeza la invadieron, así no debía terminar ese día, se frotaba con fuerza, pero sabía que era inútil, aunque no lo recordara algo o alguien la había marcado la noche anterior.

–Holly date prisa, tengo cosas qué hacer –reclamó su hermana desde la puerta del baño, así que se secó y salió cabizbaja, se vistió manteniéndose en silencio hasta entrar a su casa, donde apenas vio de reojo a sus padres antes de subir a su habitación y encerrarse allí el resto del día.

–¿Qué le pasa a tu hermana? –interrogó su madre a Isela.

–Demasiada fiesta –respondió y sus padres volvieron a sus propios pensamientos sin volver a ocuparse de su hija menor.

Una semana antes…

Los amigos Hugo Anderson y Shauna Bennett le hablaban entusiasmados a Holly Dover de todo lo que habían planeado para la fabulosa fiesta donde celebrarían que había culminado la secundaria con honores.

–Pero no hagan nada exagerado –les advertía.

–Yo, ¿exagerado? –protestó Hugo, gesticulando mucho con sus manos.

–Amiga, esta es nuestra oportunidad de invitar a muchos chicos lindos que solo hemos visto pasar por los pasillos, los tendremos a la mano.

–Bueno, yo estaré con Jonathan, así que aprovecha tú –expresó Holly.

Continuaron hablando del tema mucho tiempo más, por lo que Holly terminó riendo y aceptando todos los planes de sus amigos. Hugo tenía acceso a un exclusivo local ubicado en la terraza de uno de los hoteles más lujosos de la ciudad y allí organizaría la fiesta para su alma gemela, como solía llamar a Holly.

Era tanto el entusiasmo y algarabía que mostraban con esa fiesta que no repararon en el par de oídos que estaban atentos a todo lo que hablaban y que pertenecían a Isela, la hermana mayor de Holly y que puede ser descrita perfectamente como la malvada del cuento.

El resto de la semana se ocuparon de confirmar la asistencia de los invitados, de ultimar detalles en la decoración y en la prueba definitiva de los trajes que lucirían en la fiesta.

Llegado el día, Holly deslumbraba con su belleza natural realzada con un maquillaje muy sutil, pero que destacaba sus hermosos ojos azules enmarcados con largas y espesas pestañas. El traje que usaba, sugerido por su mejor amiga Shauna, era precioso y le quedaba perfectamente ajustado a su sensual figura.

Isela llevaba días planificando sus acciones para arruinarle la celebración a su hermana, entre varias alternativas, terminó escogiendo la que le pareció más cruel y devastadora para que la chica que siempre comparan con ella y en la que constantemente obtiene desventaja, recordara por siempre su fiesta de graduación.

Siendo mayor de edad y con ayuda de dos amigas, Isela reservó una habitación en el lujoso hotel donde se celebraría la fiesta, pagó por una noche y pasó una buena parte de la tarde preparando el lugar.

Para la segunda parte de su plan necesitaba aliarse con alguien de la barra, lo cual no le resultó difícil combinando dosis de coquetería con dinero en efectivo.

Todo estaba listo para llevar a cabo su plan, así que solo les dijo a sus amigas:

–¡Qué comience la fiesta!


Holly brillaba y bailaba entusiasmada con sus amigos y su novio, pero cada trago que consumía estaba cuidadosamente preparado por su hermana, quien se había presentado obsequiándole un brazalete que hacía juego con uno que ella portaba en uno de los actos más hipócritas de su existencia.

La noble y dulce chica aceptó el obsequio agradeciéndole a su hermana con besos y abrazos que Isela recibió con una sonrisa que no llegaba a sus ojos y que más parecía una mueca forzada.

Cada detalle de la fiesta había sido supervisado por Hugo, cada entretenimiento que incluía actuaciones de DJs, bailarines y cantantes fue efusivamente aplaudido y agradecido por Holly quien no encontraba palabras para expresarle su alegría.

Al ser un club exclusivo del hotel, también se encontraban personas extrañas al grupo de invitados, pero estos estaban estacionados en la barra y en ellos se fijó Isela para la segunda parte de su plan. Seleccionó un hombre al azar de los que estaban bebiendo un trago en solitario apoyado en la barra y el chico del bar se encargó del resto.

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