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Capítulo noventa y siete

Un par de manos la agarraron por los hombros y ella gritó. Aún mareada por la oleada de energía, pateó y golpeó mientras las lágrimas volvían.

—¡Maldita sea, mírame! —rugió Graham. Catherine se quedó quieta y miró con cautela a través de sus brazos, que habían estado protegiendo su cabeza. Graham a...