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Capítulo ochenta y dos

—Yo… yo no puedo —tartamudeó Catherine.

Graham se sentó con las piernas cruzadas en el césped mientras observaba a su compañera caminar de un lado a otro frente a él.

—Sí, puedes.

Ella golpeó sus muslos con frustración mientras seguía desgastando el césped cuidado frente a la cabaña.

—No, no pue...