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Capítulo cuarenta y ocho

La cena había sido servida y Catherine estaba exhausta. Ella y Mable se sentaron en la isla de mármol, cada una con una copa de champaña, mientras miraban con desdén los platos sin lavar y todas las superficies sucias.

—¿Cuánto tiempo se supone que estará aquí el Alfa Lucien? —preguntó Mable de nue...