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Capítulo cuarenta

Graham miró con furia a los cuatro renegados atados ante él. La lluvia caía a cántaros, sumiendo su ya oscuro estado de ánimo en una depresión. Los renegados miraban al suelo con el ceño fruncido. Estaban todos de rodillas, con la cabeza inclinada, esperando en silencio su final inevitable. Graham l...