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Capítulo cuatro

Para cuando él se apartó, las rodillas de Catherine temblaban. Él levantó su dedo índice para trazar a lo largo de su mandíbula, su mejilla y luego sus labios carnosos. Ella los abrió con un suave gemido. Como atraído por el sonido, él inclinó su cabeza y tocó sus labios suavemente con los suyos. Una corriente eléctrica como un choque estático se encendió al contacto. Él se apartó, tan sorprendido como ella.

—Mierda —gruñó.

Al momento siguiente, la subió al mostrador. Sus grandes manos apretaron sus caderas con fuerza y la acercaron contra él. Sus labios se estrellaron contra los de ella y ella gritó. Sus brazos se envolvieron alrededor del cuello de él, manteniéndolo en su lugar contra ella. Él mordió su labio inferior y ella jadeó, permitiendo que su lengua entrara en su boca. Sus lenguas se encontraron y chocaron, cada una luchando por superar a la otra.

Sus piernas se envolvieron alrededor de su cintura y sintió su erección dura presionando contra su centro. Ella echó la cabeza hacia atrás al sentirlo palpitar contra ella. Sus labios trazaron un camino de besos abiertos por su garganta expuesta hasta encontrar el punto donde su cuello se une con su hombro. Él chupó la piel sensible allí y ella sintió sus dientes.

—Diosa —suspiró mientras el placer que él creaba allí se extendía hasta su centro.

Era como si nadie la hubiera tocado antes. Como si las terminaciones nerviosas a lo largo de su piel hubieran estado dormidas hasta ser despertadas por sus dedos y sus labios. Sus labios encontraron el camino de regreso a los de ella y él sujetó su rostro con ambas manos mientras la empujaba hacia atrás con la fuerza de su beso.

—¿Graham?

Catherine gritó y se apartó al escuchar la voz desconocida en la puerta. Su compañero sostuvo su cabeza hacia atrás para que ella pudiera esconderse contra su pecho. Su respiración era pesada y ella notó que sus nudillos se aferraban al mostrador y se ponían blancos por la interrupción.

—¿Qué? —prácticamente gruñó con una voz demasiado ronca para ser buena.

Así que, pensó para sí misma, mi compañero se llama Graham. Por supuesto que había prácticamente atacado su cuerpo sin siquiera saber su nombre. Zorra.

El hombre misterioso en la puerta se rió.

—Perdón por interrumpir. Jensen te está buscando. Se supone que debíamos irnos hace quince minutos.

Graham suspiró.

—Está bien. Estaré allí en un minuto.

—Esperaré —dijo el hombre, haciendo que Graham gruñera.

Graham se apartó y se giró para mirar al hombre, dándole a Catherine su primera vista de él. El hombre era delgado, con cabello rubio y ojos azules brillantes. Llevaba una sonrisa de gato de Cheshire mientras esos ojos la miraban, todavía sentada en el mostrador. Ella luchó por no mirar fijamente porque en el lado derecho de su rostro había un elaborado tatuaje tribal. Incluso sin el tatuaje, ella podría decir que este hombre era alguien de quien mantenerse muy lejos.

Graham se colocó frente a ella, protegiéndola de la mirada lasciva del hombre. Extendió la mano y la ayudó a bajar del mostrador. Sus ojos marrones se fijaron en los de ella y por un momento se miraron, sin saber qué hacer a continuación. ¿Le iba a pedir que lo acompañara? ¿Debería ella preguntar?

—Maldita sea, esto está bueno —gimió el hombre que se quedaba.

Catherine se apartó bruscamente para ver al hombre metiendo los dedos de nuevo en el bol que ella había mezclado para hacer pastel de chocolate. Su visión se tiñó de rojo.

—¿Qué demonios estás haciendo? —ladró, corriendo hacia él—. ¡Esta no es la cocina de tu abuela, hay códigos de salud, imbécil!

Catherine empujó al hombre y miró con furia el bol arruinado que estaba destinado a hacer seis pasteles.

—Cuida tu maldita lengua, Rogue —escupió el hombre, acercándose para imponerse sobre ella. Catherine tragó saliva al ver cómo sus ojos se volvían negros de furia y sus puños se tensaban.

Catherine sintió una mano envolver su muñeca y tirarla hacia atrás. Graham entonces soltó su muñeca y se colocó casualmente entre ella y el hombre. Ella observó los músculos de su espalda flexionarse bajo la chaqueta del traje.

—Apártate, Graham. Voy a enseñarle una lección a esta puta rebelde y nos iremos —ordenó el hombre tatuado.

En un abrir y cerrar de ojos, Graham agarró al hombre por las solapas y lo levantó del suelo. Un gruñido amenazante llenó la cocina, haciendo que los pelos de los brazos de Catherine se erizaran. Dio un paso atrás involuntario cuando los colmillos del hombre se asomaron y éste le gruñó a su compañero.

—Puede que seas el perrito de papá —siseó el hombre—, pero sigues siendo mi subordinado. Apártate, imbécil.

Graham gruñó y empujó al hombre, enviándolo varios metros hasta la pared. El hombre chocó contra la pared con un estruendo. Graham extendió una mano hacia Catherine como señal de que no se moviera… como si pudiera hacerlo de todas formas. Permaneció inmóvil por el miedo, mientras el hombre se ponía de pie y se sacudía. Sus ojos seguían completamente negros. Su piel temblaba y Catherine escuchó cómo los huesos crujían y se realineaban.

—¿Así que es así? —siseó el hombre, a lo que Graham asintió una vez—. Bien, pero recuerda mis palabras, te arrepentirás de esto.

Finalmente, el hombre salió de la habitación, sin duda para ir a chismear con su alfa. Graham suspiró y relajó los hombros. Se giró para mirarla mientras sus ojos negros volvían a ser marrones.

—¿Estás bien? —preguntó, acariciando su mejilla con el pulgar, dejando una estela de calor en su lugar. Catherine asintió.

—¡Graham! —llamó una voz autoritaria desde el pasillo.

Los puños de Graham se cerraron con frustración y su mandíbula se tensó. Suspiró.

—Tengo que irme. Volveré y… hablaremos —susurró.

—¿Cuándo? —no pudo evitar preguntar mientras él le tiraba del labio inferior con el pulgar.

—Esta noche —prometió.

Graham se inclinó y presionó sus labios contra los de ella, sellando la promesa. Catherine se inclinó hacia él y él gimió antes de alejarse. Sus ojos la recorrieron una vez más antes de suspirar y salir de la habitación con determinación. Catherine se dejó caer sobre la mesa, tratando de enfriar su rostro ardiente.

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