Read with BonusRead with Bonus

Capítulo treinta y dos

Catherine se dio la vuelta y corrió. El bosque estaba bien cuidado. No había maleza, zarzas ni árboles caídos. Sus pies se deslizaban suavemente sobre las agujas de pino que cubrían el suelo mientras se empujaba al límite. Sus piernas le gritaban, ya cansadas de la carrera de treinta minutos que aca...