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Capítulo ciento treinta y cuatro

Su mente se quedó en blanco. No había nada. Ni siquiera el dolor permanecía. Se sentía completamente y absolutamente vacía, como si acabara de renacer.

—Eso es, Catherine, usa tu poder. Muéstrales de qué estás hecha. Lo que podemos hacer —una voz siniestra la incitaba.

—Cariño… —una voz familiar r...