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Capítulo 21

El momento en que me deslicé en el auto de Samuel, pude sentir su enojo irradiando de él como el calor de un horno. Su mandíbula estaba apretada, los nudillos blancos mientras agarraba el volante. La atmósfera era tan espesa con tensión que apenas podía respirar.

—¿Qué pasa? —pregunté, aunque ya te...