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CAPÍTULO 97 Un mensaje

TARA

Desayuno estaba sobre mis piernas una hora después, y no podía dejar de sonreír como una niña abriendo regalos en la mañana de Navidad. No era nada demasiado especial, pero aún así sabía como una comida en un restaurante elegante.

Y maldita sea, Aidan se veía delicioso sirviéndome el desayu...