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Celdas de retención.

Luciano

—¡Luciano, oye, hermano, vamos, despierta!

Argh, maldita sea, me duele la cabeza. ¿Dónde diablos estoy? Intento frotarme la cara, pero mis manos se sienten pesadas. Abro los ojos y espero un momento para que se ajusten a la luz. Parece que hay un maldito foco apuntándome a la cara.

—...