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Dos minutos pueden parecer toda una vida.

Ella no dijo una palabra, solo giró hacia el pasillo con la pequeña caja blanca agarrada con fuerza. Me moví antes de que mi cerebro reaccionara, siguiéndola de cerca. Ella sintió mi presencia detrás y lanzó una mirada de reojo lo suficientemente afilada como para afeitar a un hombre.

—No vas a ent...