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¡Haz que pare!

Lilly

Nos dirigimos de vuelta al coche de Luciano y él abrió la puerta para mí.

—Eh, Luciano, no puedo entrar en tu coche con todo esto encima —señalé la sangre que empapaba mi piel y mi ropa. Estoy segura de que parezco como si hubiera estado en una guerra, no es que me importe, pero ese coc...