




CAPITULO 4
La reunión terminó más tarde de lo esperado. Amara salió del salón de juntas sintiéndose
exhausta, pero con una rara energía corriendo por su pecho. Tal vez era el efecto residual de
discutir con Liam, de sostenerle la mirada con el orgullo ardiendo detrás de cada palabra. O
tal vez, era la presencia de alguien que no esperaba ver de nuevo.
—Amara —la voz grave y suave de Alejandro la sorprendió por detrás.
Ella se giró. Ahí estaba él, tan impecable como siempre, el traje gris claro a medida, su
cabello oscuro perfectamente peinado, la sonrisa cortés. Pero sus ojos, esos ojos cálidos que
conocía desde niña, ahora la miraban con algo más... nostalgia, tal vez.
—Alejandro. ¿Desde cuándo estás aquí?
—Un rato. Me invitaron a la presentación del nuevo proyecto. Supuse que estarías
involucrada —¿Tienes un minuto? — preguntó en un susurro
—Claro — le dije viendo como ligeramente miraba alrededor
— Te ves... distinta.
Ella alzó una ceja.
—¿Distinta bien o distinta mal?
—Bien. Madura. Firme. Con fuego —respondió, sin titubear.
Amara rodó los ojos para ocultar el rubor. Alejandro siempre tuvo esa habilidad: hacerla
sentir vista, aunque a veces demasiado vista. Se habían criado juntos, entre veranos
compartidos en las casas de campo de sus padres y eventos benéficos organizados por sus
madres. Él había intentado cortejarla años atrás, pero su padre lo rechazó rotundamente.
Ahora, después de tanto tiempo, estaba ahí. Y tenía preguntas.
Caminaron juntos por uno de los pasillos laterales del edificio, hasta llegar a un pequeño
jardín interno. Las luces suaves resaltaban el follaje, y el silencio era bienvenido. Amara se
sentó en el banco de piedra mientras Alejandro permanecía de pie, con las manos en los
bolsillos, mirándola como si intentara resolver un acertijo.
—¿Sabes? —dijo él, tras unos segundos de silencio incómodo—. Siempre pensé que
volverías a Francia. Después de lo de tu madre.
Amara bajó la mirada.
—No hablo mucho de eso.
—¿Por qué? —preguntó él con suavidad—. Fue tan repentino. Un accidente, dijeron. Pero...
no hubo funeral. Ni cuerpo. Ni siquiera un obituario oficial. Fue extraño.
El corazón de Amara se detuvo por un segundo. Jamás había escuchado a nadie poner en
duda esa historia.
—¿Qué estás insinuando?
Alejandro se agachó frente a ella, sus ojos buscando los suyos.
—Nada. Solo que... mi padre solía decir que en tu familia las cosas no siempre eran lo que
parecían. Una vez, lo escuché discutir con el tuyo. Algo sobre... decisiones difíciles. Esa
noche mencionaron a tu madre.
—¿Cuándo fue eso?
—Unos días antes de que desapareciera. Y después, silencio total.
Amara tragó saliva, sintiendo una mezcla de frío y vértigo. ¿Y si todo lo que creía saber era
mentira?
—¿Crees que hay una posibilidad de que mi madre este...? —
—No lo sé, solo te lo digo porque todo fue muy raro, ¿no crees? —
Antes de que pudiera responder, sintió una mirada sobre ellos. Giró el rostro y vio a Liam,
apoyado contra la baranda del segundo piso, observándolos. Su expresión era indescifrable,
pero sus ojos... sus ojos ardían. Cuando sus miradas se cruzaron, él simplemente se dio la
vuelta y se marchó.
Alejandro minutos después se despidió, no sin antes prometer si se enteraba de algo más. Esa
tarde Amara y Liam, seguian trabajando en el proyecto que estaba a nada de ser presentado.
—Así que ahora hablas con Alejandro otra vez —dijo Liam más tarde
Amara hundió las cejas, apretando el bolígrafo en un puño
—¿Y eso te importa por alguna razón?
—Claro que no. Solo me pareció... curioso.
Ella cruzó los brazos.
—¿Estás celoso?
—¿De Alejandro? —soltó una risa seca—. Él es un peón más en este juego de tu padre. No
deberías confiar en nadie.
—Ni siquiera en ti, ¿cierto?
—Exacto.
Amara lo miró un largo segundo. Su mandíbula apretada, los puños cerrados, los ojos
oscuros. Algo había en él... no solo rabia. Culpa, tal vez. Dolor. Algo no dicho. ¿Qué
escondía Liam detrás de esa arrogancia crónica?
—¿Por qué odias tanto a Alejandro? —preguntó al fin—. ¿Es por mí?
—Amara no todo gira en torno a ti — soltó de repente
—Sé que hay algo entre mi padre y tu Liam, tu no hubieras vuelto así no más — soltó Amara
sintiendo como la ira y el rencor crecía en su pecho
—Ya te dije que era una buena oportunidad para mi, y déjalo así — cortó él
—¿Por qué te fuiste? — pregunto ella de repente, Liam levantó la mirada ya que sabía a qué
se refería — Sabias lo que sentiría si desaparecías de repente, te fuiste, no dejaste una nota,
una explicación simplemente lo hiciste — el reproche de Amara era contundente
—Amara yo no creo que debamos hablar de eso —
— ¿Solo eso dirás? — cuestiono dolida — Aprendí a confiar en ti, pero tú te burlaste de mi,
solo me ilusionaste y te fuiste y luego Julián... — la voz de Amara se quebró y las lágrimas
empezaron a caer
Liam sintió más culpa y de inmediato se acercó y la abrazó, Amara recibió sus brazos como
en el pasado. Estábamos a un suspiro de distancia. Su respiración rozaba mi piel. Su mirada
bajó a mis labios, luego volvió a mis ojos.
El mundo se detuvo.
Y en ese segundo, sentí que todo lo que creía saber de él se desmoronaba.
—Amara... —murmuró.
—Sí...
La puerta se abrió de golpe.
Era su asistente, Finn, con cara de horror.
—¡Perdón! ¡No vi nada! Bueno, vi todo, pero no lo vi en serio. ¡Sigan con lo suyo! O... no,
mejor no. ¡Me voy!
Y desapareció, dejando la puerta abierta.
Nos separamos como si nos hubieran echado agua fría.
Liam se pasó una mano por el cabello.
—Esto no puede volver a pasar.
—No te preocupes, no sucederá de nuevo —susurré.
Emma apareció esa noche en su departamento, sin avisar, con una pizza en una mano y una
botella de vino en la otra.
—Necesitas grasa y alcohol, no respuestas existenciales —dijo al entrar.
—Hola a ti también —murmuró Amara, sonriendo a pesar de todo.
Ambas se acomodaron en el sofá, mientras la televisión reproducía cualquier cosa de fondo.
Emma siempre sabía cuándo aparecer, y esta vez no era la excepción.
—¿Recuerdas algo raro sobre mi madre? —preguntó Amara, casi en un susurro.
Emma se giró hacia ella, frunciendo el ceño.
—¿Por qué lo preguntas?
—Alejandro dijo algo. Me hizo pensar... que quizá no fue un accidente.
Emma dejó el vaso sobre la mesa y tomó su mano.
—Amara... nunca entendí cómo desapareció tan de repente. Me dijiste que murió en un
accidente, pero jamás apareció en algún periódico ni nada la noticia, y después tu padre en la
cena nos dijo que simplemente desapareció. Algo asi no puede tener dos historias destinas,
¿O accidente o desaparición? ¿Nunca viste nada raro?
Amara negó con la cabeza.
—Era joven. Pero ahora... estoy empezando a dudar de todo.
—Entonces haz lo que siempre haces: encuentra respuestas. Pero recuerda esto, amiga: si tu
madre se fue, no fue sin razones. Y si alguien lo permitió, ese alguien está más cerca de lo
que crees.
— Tengo miedo — le susurré
—Tranquila, estaré contigo en cada paso. Ambas descubriremos la verdad — me tomó d ela
mano y la apreté
Esa noche, mientras me acosté en mi cama, pensé en lo cerca que había estado de besarlo. En
lo confuso que era todo con Liam. En Alejandro. En mi madre.
En esa madre que recordaba con tanto amor, y que, según todos, había muerto en un
horrible accidente cuando yo tenía siete años, pero algo que dijo Alejandro tenía razón, no
hubo funeral, ni cuerpo, ni siquiera un obituario, como accionista de la empresa y
cofundadora que era. Fue algo tan fugaz y superficial, a mi me dijeron accidente, a los demás
que desapareció.
Pero a veces, cuando mi padre hablaba de ella, había una sombra en su voz. Como si
escondiera algo. Y una pregunta comenzó a retumbarme con fuerza en la mente: ¿Y si mi
madre no está muerta?
A la mañana siguiente, llegó temprano a la oficina. Necesitaba hacer algo con su energía
desbordante. Se dirigió a los archivos antiguos de la empresa, donde había documentos
físicos que no estaban digitalizados. Cualquier cosa que tuviera el nombre de su madre,
algún contrato, donación, movimiento financiero... algo que le diera una pista.
Emma, como siempre, apareció justo cuando estaba enterrada entre carpetas llenas de polvo.
—Te ves como si hubieras pasado la noche en la biblioteca de Hogwarts —comentó con una
sonrisa, dejando dos cafés sobre la mesa.
—Gracias. Estoy buscando... no sé, cualquier cosa sobre mi madre en estos archivos. Quiero
saber si de verdad tuvo algún papel en la empresa antes de desaparecer.
—¿Y?
—Encontré unos documentos con su firma. Algunas decisiones de inversión, una
presentación de desarrollo... pero lo curioso es que todos terminan en el mismo año. Justo
antes de su muerte.
Emma frunció el ceño.
—¿Y después de eso?
—Nada. Como si hubiera dejado de existir de un momento a otro.
Amara tomó un sorbo de café y suspiró. Estaba a punto de seguir leyendo cuando el sonido
de voces en la oficina contigua la hizo quedarse quieta. Era el despacho de su padre, y no
estaba cerrado del todo.
—...solo te pido que no la pierdas de vista. Necesito saber si empieza a recordar —dijo su
padre, con tono firme.
—¿Y si pregunta demasiado? —respondió otra voz masculina, desconocida para Amara.
—Entonces hay que contenerla. Sin levantar sospechas. Tiene que mantenerse distraída con
el proyecto.
Un silencio espeso siguió. Amara sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
—¿Estás seguro de que es ella?
—Lo sabré cuando la vea —respondió su padre, en voz baja—. No permitiré que vuelva a
arruinarlo todo.
La sangre de Amara se congeló. ¿Ella? ¿Quién era "ella"? ¿De quién hablaban?
Amara retrocedió en silencio, con el corazón golpeándole el pecho con fuerza. Entró a su
oficina y cerró la puerta con suavidad, sin soltar la carpeta que aún sostenía en sus manos.
"Lo sabré cuando la vea."
¿Podría ser...? ¿Su madre?
Durante todo el día, no pudo concentrarse. Los números, las reuniones, las propuestas... todo
le parecía una nube difusa. Hasta Liam lo notó, cuando se cruzaron en la sala de reuniones.
—¿Estás bien?
Amara levantó la vista. Sus ojos estaban opacos, perdidos.
—Sí... solo cansada.
Liam no pareció convencido, pero no insistió. Ella tampoco buscaba que lo hiciera. No podía
confiar en nadie. Al menos, no todavía.
Al terminar la jornada, decidió caminar en lugar de ir directo al auto. Sentía que el aire
fresco le ayudaría a pensar. O, al menos, a no explotar.
Pero el celular vibró en su bolso. Lo sacó sin demasiado interés. Un número desconocido.
Desvió la mirada y dejó que siguiera sonando.
Dos minutos después, el mismo número volvió a llamar.
Y luego una tercera vez.
Frunció el ceño. ¿Quién insistía tanto a esa hora?
Lo contestó con un resoplido cansado.
—¿Sí?
Hubo un silencio al otro lado. Luego, una voz suave, temblorosa, familiar... demasiado
familiar.
—Amara...
Su mundo se detuvo.
—¿Quién...?
—Amara, mi niña... no cuelgues. Soy yo.
El corazón le dio un vuelco tan violento que casi sintió náuseas.
—¿Mamá?
Hola
Gracias por leer este capitulo.
No olviden que estoy en redes sociales como Genemua.Libros y en mis historias destacadas encontrarán a los personajes como yo me los imagino.
Espero se puedan pasar por ellas y disfrutar de estos personajes.
Nos leemos despues.