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Un trato

El matrimonio era algo con lo que Elena siempre había soñado, se había casado con un hombre con el que llevaba hablando mucho tiempo, al que veía ocasionalmente, pero que había hecho que su corazón latiera a mil por hora.

No obstante, ese matrimonio no valía nada.

Se había casado con un hombre completamente diferente.

¿Qué validez podría tener un documento si había mentido con su nombre y con sus sentimientos?

—Por lo visto cambiaste de opinión —dijo él, metiendo las manos en sus bolsillos.

—No, no cambié de opinión. Acepto casarme, acepto hacerme pasar por su esposa.

—Perfecto.

Ellos observó el contrato que tenía enfrente, tantas letras, tantas reglas, tanta información.

—Aquí dejo claro como serán las cosas de ahora en adelante. La regla más importante es que queda prohibido enamorarse, eso no va a pasar nunca. Tendrás un buen pago por esto, el pago será a parte de tu tarea como niñera. Tu trabajo principal será ser la encargada de mi hija, sin embargo, frente a los demás serás la esposa perfecta para mí. Nadie podrá saber nada.

—Me queda claro.

—El tiempo que estaremos casados será de seis meses. Cabe aclarar que sí las cosas salen mal, tendrás que pagar una multa. No voy a quedar en ridículo en vano. Como bien lo dijiste, este matrimonio será algo que me beneficie, así que más te vale cumplir a la perfección con tu parte.

—Eso haré.

—También quiero deja claro que no podrás meterte en mi vida personal para nada, ningún comentario o rumor que pueda afectar mi reputación.

—Sí señor.

—Nos casaremos la semana siguiente, le daremos la noticia a mi padre esta misma noche. ¿Entonces… estás de acuerdo, aceptas?

Ella tomó el contrato entre sus manos temblorosas, ya había perdido seis meses de su vida… perder seis más no haría la diferencia.

Con un hormigueo en sus manos firmó aquel documento. No había cabida para el amor en su vida. Ella sabía muy bien que no quería más lágrimas, no quería más sufrimiento.

Sellaron el trato con un estrechón de manos, uno que hizo que ella sintiera un escalofrío recorrerla por completo.

La tarde transcurrió con lentitud para Elena, una lentitud tortuosa.

La alegría por tener el dinero suficiente para pagar unos cuantos meses del tratamiento y la estadía de su padre en la clínica, se había opacado fácilmente con el pasar de las horas.

El vestido que reposaba en la cama para la noche le recordaba que fue demasiado impulsiva. El querer la verdad la tenía en una situación sin salida.

Ella sacudió su cabeza quitando esas ideas que llegaron, ideas que le incitaban a escapar del desastre que podría generar todo esto.

Luego de dar algunas vueltas, decidió arreglarse. Se miró frente al espejo, se veía distinta.

Se veía como una mujer sin brillo, apagada un engaño que no pidió vivir.

La puerta sonó, ella abrió y Thiago lo miró de arriba abajo.

Lamió sus labios por instinto y entró a la habitación.

—¿Lista? Mi familia ya llegó.

—Lista.

Él se puso detrás de ella, acomodó su cabello y luego le puso un collar. El aroma que ella emanaba lo impregnó por completo. La miró una vez más y dio unos cuantos pasos atrás separándose.

—Este collar era de mi madre. Ella dijo claro que quería verlo sobre la mujer con la que quisiera compartir mi vida —dijo, ella pasó las manos por encima de aquel objeto—. Es importante que lo tengas, de esta manera todo esto va a ser más creíble. Cabe recordarte que quiero que todo salga bien.

—Haré mi trabajo bien, señor Johnson.

—A partir de ahora y delante de los demás, tendrás que llamarme Thiago. Bajaré primero, solo espero que en el momento en el que te llame, aparezcas allí.

Ella asintió con su cabeza, él salió de la habitación y bajó las escaleras como lo tenía planeado hasta llegar a donde estaban su padre y su hermano.

—Buenas noches.

—Hijo, ¿Qué sucedió? Tu mensaje me dejó bastante pensativo, ¿Mi nieta está bien? —Thiago movió la cabeza en dirección a su hermano.

—Sí, Ava está muy bien. En estos momentos está durmiendo. Está muy cansada, tuvo un día… feliz.

—Me alegra, pero para que nos hiciste venir.

—Quería darles esta noticia lo más pronto posible. Quiero informarles que decidí darme una oportunidad en el amor, darle la oportunidad a mi hija de tener una familia como siempre lo ha soñado —Thiago hizo una pausa escaneando el rostro de ellos dos—. Tomé la decisión de que me casaré.

—¿Te casarás? —Joel preguntó, levantando una de sus cejas mostrando la sorpresa por las palabras de su hermano—. No sabíamos que andaba con alguien. Dijiste muy claro en algún momento que jamás te volverías a casar, lo que te hizo mi ex cuñada te dejo muy marcado.

—Las personas cambian, y encontrar el amor hizo que cambiara. Me casaré y quería que ustedes fueran partícipes de esta maravillosa noticia.

Thiago abre los brazos ante el inesperado abrazo que su padre le da.

El hombre muestra una emoción inigualable.

—¡No tienes idea cuánto me alegra escucharte!

—A mi también me alegra hermano, pero hasta no conocer a la prometida, la futura esposa de Thiago Johnson, debo decir que no creeré.

Thiago sonrió con malicia, giró hacia las escaleras colocando el mejor rostro para poder disfrutar el espectáculo.

—Elena, amor. Quiero que vengas aquí a mi lado, es momento de que ellos te conozcan.

Las manos de Elena sudaban, cargadas de nerviosismo. Escuchó las indicaciones para que bajara, había llegado el momento.

—Tú puedes hacerlo —se dijo a sí misma—. Solo necesito saber la verdad.

Tomó aire rápidamente en repetidas ocasiones, y sin esperar más bajó.

Escalón por escalón, lentamente bajo hasta llegar frente a ellos.

Su mirada se ubicó en Joel, quien al verla palideció.

Ella apretó una de sus manos intentando manejar el control. Se ubicó al lado de Thiago y puso una sonrisa falsa.

Ella puso su mirada en Thiago, a pesar de sentir ese par de ojos del hombre que amaba sobre ella. Una mirada profunda, una que la electrificaba por completo… una que le mostraba una vez más que era la misma persona.

—Papá, hermano. Quiero presentarles a Elena, la mujer que robó mi corazón, la mujer que se casará conmigo.

Thiago puso su mano en la espalda de ella, y al ver la mirada incrédula por parte de ellos, no lo pensó mucho y la besó.

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