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Capítulo 27

—Te desmayaste —respondió él, acercándome a mí y a los niños más a él—. Dada no puede respirar, por favor —jadeó River.

—Lo siento, nena —dijo él aflojando su agarre—. Lo siento, tu tía y tu tío deben pensar que soy un debilucho —murmuré frotándome la cara.

Blasé soltó una ligera risa.

—Tonterías...