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Capítulo 168

Me senté junto a ella y le acaricié la barriga. Podía ver a los bebés empezar a moverse. —Cariño, relájate, los cachorros están sintiendo tu estrés—. Le acaricié la barriga. —Lo sé, lo siento—. Suspiró. —No tienes nada de qué disculparte. Deberíamos haber confiado en que aceptarías la verdad tan bie...