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No pasó mucho tiempo antes de que escuchara el rápido y vacilante golpe en la puerta. Me apresuré a abrirla y vi al Dr. Whitman de pie allí, aún luciendo como si estuviera medio dormido, con la camisa mal abotonada y el cabello desordenado. Llevaba una bolsa colgada sobre un hombro y una expresión d...