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SIGNO

Alecia cerró el bloc de dibujo y se limpió las manos en sus jeans, todavía sentada al borde de su pequeño balcón que daba a la silueta de la ciudad al atardecer. El aire estaba ligeramente fresco—muy lejos del sofocante silencio de la mansión DeLuca. Sostenía una taza de cerámica llena de té entre s...