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Negocio turbio

Alecia no había dormido.

Había dado vueltas, mirado al techo hasta que le ardieron los ojos, y luego mirado un poco más. Las sábanas se enredaban alrededor de sus piernas como si fueran grilletes, y la habitación estaba demasiado fría sin importar cuánto subiera la calefacción. Pero nada de eso era...