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El niño, la mujer

La habitación olía a café rancio y a un limpiador barato.

Alecia estaba sentada en la mesa estrecha, con un talón golpeando suavemente debajo de su silla, aunque su postura permanecía relajada. No miraba el reloj, ni se movía incómoda, no preguntaba cuánto tiempo iba a durar esto, cualquier cosa qu...