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La suerte ha vuelto

El golpe llegó justo después de las nueve de la mañana siguiente. Valentina todavía estaba en bata, acurrucada contra sus almohadas con una manta sobre los hombros, hojeando a medias un libro sin leer. No se molestó en llamar. Olive abrió la puerta sin esperar.

—Perdón por molestarla, señora. Esto ...