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CAPITULO 5: DISCUSIÓN

El comedor, con su diseño elegante y majestuoso, conectaba directamente con la sala principal. Apenas puso un pie en la habitación, Sara notó cómo Sabrina, la amante descarada de Caspian, se percataba de su presencia. La mujer, con una sonrisa cargada de malicia, decidió aprovechar la oportunidad para mostrar su dominio sobre Caspian. Sin la más mínima discreción, comenzó a besarlo de forma exagerada, dejando claro que quería provocar una reacción en Sara.

Pero Sara no era una mujer fácil de manipular, y su reacción, o más bien la ausencia de ella, lo dejó claro. Con total naturalidad, se sentó en una de las sillas del comedor, como si no hubiera notado el espectáculo que se desarrollaba en la sala. Tomó una revista que estaba sobre la mesa y comenzó a hojearla con interés, sumergiéndose en su lectura.

Para Caspian, aquello era desconcertante. Desde su lugar en el sofá, podía verla perfectamente, pero no encontraba en su rostro ni un rastro de incomodidad, celos o enojo. ¿Cómo era posible que reaccionara con tanta indiferencia? Caspian trató de concentrarse en Sabrina, quien seguía besándolo con un entusiasmo exagerado, pero su atención volvía una y otra vez a la figura tranquila de Sara.

En un principio, pensó que aquella actitud solo era una fachada. Recordó cómo ella lo había saludado durante la semana de preparación para la boda, llamándolo “guapo” de manera coqueta. En ese momento, la había catalogado como una más de las muchas mujeres interesadas en su fortuna y su apariencia. Pero ahora, su comportamiento lo desconcertaba. ¿Qué buscaba realmente? ¿Por qué no pidió nada durante el divorcio? ¿Era simplemente una estrategia para desconcertarlo?

Mientras Sabrina aumentaba la intensidad de sus caricias, incluso subiéndose al regazo de Caspian, él continuaba observando a Sara. Era como si ella estuviera en otro mundo, completamente ajena a lo que sucedía a su alrededor. Finalmente, la indiferencia de Sara comenzó a irritarlo. La idea de que pudiera ignorarlo tan descaradamente era insoportable. ¿Acaso no tenía orgullo? ¿Realmente no le importaba nada de lo que él hiciera?

Sin pensarlo dos veces, Caspian apartó a Sabrina de su regazo, provocando una expresión de sorpresa y molestia en el rostro de la mujer. Se levantó del sofá y caminó con paso firme hacia el comedor. Mientras lo hacía, su mirada se dirigió al mueble gris aterciopelado, una pieza de diseño exclusivo que reflejaba su gusto refinado. Ese tipo de pensamientos, normalmente una distracción para él, no lograron calmar su creciente irritación.

Cuando llegó al comedor, tiró de una silla frente a Sara y se sentó, cruzando los brazos mientras la miraba fijamente. Sara no reaccionó de inmediato. Seguía concentrada en su revista, pero finalmente levantó la mirada cuando Carmen, otra de las criadas, apareció con una bandeja de bocadillos.

Carmen colocó los platos frente a Sara con cuidado, y esta le dedicó una sonrisa amable, agradeciendo el gesto con un leve movimiento de cabeza.

—¿Se le ofrece algo, señor Hilton? —preguntó Carmen, dirigiéndose a Caspian con respeto.

Caspian no respondió. Su atención seguía centrada en Sara, como si intentara descifrar el enigma que representaba. Finalmente, Sara dejó la revista a un lado y, con una sonrisa educada, se encontró con su mirada, aunque sin mostrar el más mínimo rastro de tensión.

—Señor Hilton, qué sorpresa verle aquí. ¿Te gustaría comer algo? —preguntó Sara, mirando con cierto desdén al hombre que se encontraba ante ella.

—No, gracias —respondió Caspian sin cambiar su expresión, aunque no dejó de fijarse en su actitud. Estaba visiblemente tranquilo, pero también no tan seguro de cómo iba a manejar la situación. —Estoy lleno. Comí bastante durante la ceremonia. Pero veo que tú no estás muy satisfecha, ¿acaso quieres engordar? —preguntó en tono sarcástico, sin dejar de observar la escena mientras se acomodaba un poco en su lugar, intentando dejar en claro que no quería tener una conversación agradable con ella.

Sara levantó una ceja ante la burla, sin embargo, se mantuvo en su sitio, no dispuesta a entrar en una pelea inútil. Había algo en Caspian que siempre la había irritado, su tono condescendiente y su mirada arrogante, pero a lo largo de los años había aprendido a controlarse. —No pude tomar un bocado en la ceremonia, así que aprovecho para comer ahora —respondió mientras tomaba su plato y empezaba a servir una pequeña porción de comida. —Espero que no te moleste.

Caspian, no tan dispuesto a dejarla tranquila, continuó con su actitud mordaz. —Veo que te gusta leer. Dijo esto en tono sarcástico, casi como si le resultara increíble que ella estuviera ahí comiendo en lugar de atender otros asuntos. Sin embargo, mientras las palabras salían de su boca, su rostro mantenía una mezcla de indiferencia y disgusto. —No soy tan apasionado por la lectura, sin embargo, tenía hambre y no quería interrumpir.

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