




Capítulo 4
LOGAN
El silencio se rompió con un grito desgarrador.
Mi corazón se detuvo por un momento antes de que la adrenalina recorriera mis venas. Ese grito, era Ava.
Corrí hacia su habitación, mi lobo aullando dentro de mí, exigiendo ser liberado. Su olor me golpeó como un puñetazo: miedo, desesperación y sangre. La puerta estaba abierta, colgando de una bisagra. Dentro, reinaba el caos—fragmentos de vidrio cubrían el suelo y las cortinas ondeaban salvajemente a través de la ventana rota.
—¡Ava!— Mi voz resonó, aguda y desesperada.
No hubo respuesta. Solo el inquietante susurro de las hojas traídas por el viento.
Pasos resonaron detrás de mí. Landon llegó primero, su pecho subiendo y bajando mientras su mirada recorría la habitación. —¿Dónde está?
—Se ha ido— gruñí, la furia y el miedo arremolinándose en mi pecho.
No esperamos.
En minutos, los cuatro estábamos en el bosque, el aire frío de la noche mordiendo nuestra piel. El olor de Ava era tenue pero rastreable, serpenteando entre los densos árboles. Cada susurro, cada sombra, me ponía los nervios de punta.
—Ella no huiría— murmuró Lucas, su voz baja.
—No tuvo elección— espeté. —Alguien la tomó.
Landon se congeló, inclinando la cabeza mientras olfateaba el aire. —No estamos solos.
Las palabras apenas salieron de su boca antes de que aparecieran—tres renegados, sus ojos rojos brillando en la oscuridad. Eran más grandes de lo que había visto antes, sus movimientos inquietantemente coordinados.
Detrás de ellos, Ava luchaba contra sus ataduras, sus gritos ahogados desgarrándome.
Mi lobo avanzó, con garras y dientes al descubierto. La pelea fue instantánea, brutal. Gruñidos y rugidos llenaron el aire mientras chocábamos con los renegados, su fuerza era diferente a cualquier cosa que hubiéramos encontrado.
Desgarré a uno de ellos, mis garras cortando su gruesa piel. La sangre salpicó mientras se desplomaba, pero no había tiempo para celebrar. Otro renegado se lanzó hacia mí, obligándome a retroceder.
—¡Logan!— gritó Liam. —¡La están arrastrando!
Me giré justo a tiempo para ver la figura encapuchada retirándose entre las sombras, Ava colgada sobre su hombro. La furia me inundó, y me transformé de nuevo en forma humana en medio del paso, persiguiéndolos.
—¡Ava!— rugí, mi voz desgarrada.
La figura se detuvo. Lentamente, se giró, sus ojos brillantes se fijaron en los míos. Por un momento, todo lo demás se desvaneció—la pelea, el bosque, incluso mi propio corazón latiendo. Había algo antiguo en esos ojos, algo que no pertenecía a este mundo.
Inclinó su cabeza, como si me estudiara, antes de desaparecer en las sombras. Ava cayó al suelo como una muñeca descartada.
La alcancé en segundos, mis manos temblando mientras desataba sus ataduras.
—¿Estás bien?— Mi voz estaba tensa, mis ojos escaneándola en busca de heridas.
Ella asintió, las lágrimas corriendo por su rostro. —Logan... esa cosa... no era humana.
Antes de que pudiera responder, un gruñido bajo y gutural resonó por el bosque.
Los árboles temblaron mientras algo enorme entraba en el claro. Mi respiración se detuvo.
Era un renegado—pero no como los otros. Este era enorme, sus ojos carmesí brillando con inteligencia maligna. Sus garras eran más largas, más afiladas, brillando en la tenue luz de la luna.
No dudó.
Con un rugido ensordecedor, se lanzó, su cuerpo masivo arremetiendo hacia nosotros.
Y mientras me preparaba para el impacto, un pensamiento escalofriante resonó en mi mente:
Esto no era un renegado común.
Era algo mucho peor.