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Capítulo 142

El aroma a sangre aún era denso en el aire, aferrándose a la tierra como una neblina terca que se negaba a levantarse. El campo de batalla se había calmado, el choque de acero y los gruñidos de los lobos desvaneciéndose en la memoria, pero la tensión en mi pecho no había disminuido.

Me paré al bord...