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CapÃtulo 5
Camine y camine, querÃa alejarme de Redmoon, Pero el dolor de aquella herida me hizo sentir débil, los golpes de Alexandra me hicieron desvanecer
Nadie quiere ser un desterrado, no solo es el dolor de la marca que me seguirá de por vida, si no la deshonra, es peor que ser esclavo, es el último eslabón.
Los maldije, por lo que sucedió con Robin, por acabar con mi honra de loba, Thomas y Alexandra fueron la peor pesadilla de mi vida.
Mientras andaba, mis pasos se hacÃan lentos, tenÃa tanta sed que mi boca estaba seca, perdà el conocimiento.
Abrà los ojos, estaba en un campamento en el bosque, un viejo lobo cuidaba mis heridas, me asusté, agarre una daga y le apunte en el cuello.
El levanto las manos
—Tranquila, solo queremos ayudarte.
Estaba confundida, mis recuerdos estaban mezclados, después del dolor que me causaron.
—¿Que hacen aqui?
—Baja el arma y te lo explicare —el anciano tomo mi mano y me hizo bajar —Estamos buscando a nuestro Alfa, el Alfa de Greymoon, tuvo un accidente en estás cercanÃas y lo buscamos con la esperanza de encontrarlo.
—¿Cómo es el?
—Es Alto, cabello negro, barba negra y ojos azules como el cielo.
Esa descripción me sonaba en mi cabeza, Pero no podÃa recordar, cerré mis ojos, querÃa ver el rostro de Robin, Pero no habÃa nada, estaba en blanco, como si su imagen se hubiera bloqueado.
—No lo recuerdo.... No lo veo
El anciano me tomo de las manos, me hizo descansar otro poco, al despertar seguÃa sin recordar el rostro de Robin, sabÃa lo que hizo por mi, Pero su imagen se habÃa borrado.
—Tienes amnesia parcial, puedes recordar algunas cosas y otras no porque tú cerebro ha decidido bloquearlas.
El anciano se presento como Augusto Anderson, era el tÃo del Alfa, Sebastián, al que educo como su hijo, ahora asumÃa el tÃtulo de Alfa temporal.
SentÃa una energÃa en el, una calidez que ya habÃa sentido antes pero no recordaba.
—¿Eres una desterrada? —me pregunto mientras tomo mi mano.
Llore, no querÃa hacerlo, necesitaba ser fuerte, Pero le conté lo que hizo Thomas y Alexandra, como un No quiero ser tu compañera me lanzó a la desgracia.
El me limpio con sus viejas manos mis lágrimas
—Dejeme ir, usted sabe que si se enteran que ayudo a una desterrada puede tener muchos problema, no importa si es un Alfa o encargado de ess puesto
El agarro una sábana y cubrió la herida aún de carne viva de aquella atrocidad donde me marcaron
—Nadie lo sabrá, solo los dos.
Uno de los generales de la manada entro a la carpa
—Mi señor, anochece es hora de irnos
—Empaca todo, partimos de inmediato —suspiro Augusto.
—¿Que pasará con ella? —pregunta el soldado.
—Ira con nosotros, a partir de hoy será llamada Camila y será mi protegida.
¿Protegida? Negué de inmediato, le pedà en voz baja que me dejara, el no merecÃa cargar con un problema como el que estaba tras mis espaldas.
—No puedo ir con usted, yo debo Seguir sola.
El me tomo de las manos
—¿Para que? Morir en el bosque como pretenden esos dos, yo te estoy dando una oportunidad más grande de la que puedes imaginar.
—¿Cuál ? —pregunte con mi poco entendimiento
—A parte de vivir, te daré las herramientas para que limpies tu nombre, tu honra y busques venganza.
Abrà los ojos, aquella idea la pensé en medio de la rabia de mi caminata, Thomas y Alexandra tenÃan que pagarme el dolor causado, estaba llena de odio.
El me extendio la mano
—¿Por qué? No me conoce, soy una forastera ¿Porque ayudarme?
—Redmoon me las debe, a veces se necesita colaboración para acabar con un enemigo ¿Que dices?
Acepte el trato, tome su mano, querÃa venganza.
Narra Thomas...
No querÃa desterrarla pero ella debió pensarlo antes de rechazarme, ella no era nadie, solo la maldita compañera que la diosa Luna destino para mÃ.
La Vi partir, no podÃa caminar, estaba débil y probablemente morirÃa de camino a alguna otra manada, era lo mejor, no querÃa recordarla o pensar en ella.
Al regresar a la manada, se realizó la ceremonia de boda de inmediato, Alexandra era mi Luna, mi reina, como siempre debió ser.
Alexandra era de clase, hermosa, inteligente, perfecta, Mila era desgarbada, flaca, sus ojos hermosos se escondÃan bajo sus ojeras, su cabellera larga era... Maldita sea, ella también era hermosa.
Entramos a la habitación, necesitaba sentir que Mila solo fue un error de olfato, y la mejor para eso era Alexandra.
Siempre habÃa sido un volcán en la cama, era una diosa que sabÃa mia necesidades y las complacÃa.
La bese, la desnude, la toque pero...
—¿Pasa algo? —pregunto al darse cuenta que mi masculinidad no querÃa funcionar.
Ella lo masajeaba mientras me miraba incredula, era la primera vez que estaba en una situación bochornosa.
—Dejame
Me metà al baño, moje mi rostro con agua frÃa, tenÃa que ser el cansancio, el estrés y la rabia de lo que fue un dÃa agotador.
La luna estaba afuera iluminando la fiesta, mientras yo seguÃa sin creer que mi noche de bodas era todo menos lo que querÃa.
Cerré los ojos, empecé a recordar aquel olor enloquecedor, el cuerpo Mila que toque sobre el vestido, recordarla a ella, la imaginé disfrutando de lo que pudo ser.
Solo eso basto para que mi masculinidad funcionará, salà de la habitación, apague la luz y tomé a Alexandra en la oscuridad, pensando en que Mila estaba en mis manos.
Fue la única manera de terminar.
Alexandra sonrió mientras me abrazaba, ella creÃa que solo fue una crisis, yo sabÃa que era algo más, Mila se me estaba volviendo en una obsesión.
Le di la espalda y me levanté, ella esperaba algo más de cariño pero ya no la querÃa como Antes, Alexandra solo fue uno de mis caprichos.
Sali y busque a uno de los guardias le ordene solo una cosa
—Ubica a Mila y traela de nuevo ante mi.