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Él metió su mano bajo su espalda y desabrochó su sostén, y su respiración empezó a agitarse, nerviosa, pero él sólo se detuvo a mirar sus senos libres.

Otro dato curioso acerca de los hombres y del que Daniel no era la excepción: les encantaba mirar senos.

—Si hago algo que te molesta –dijo él con ...