Daniel Santos lo tenía todo: dinero en su cuenta, lujosos automóviles, buenos amigos, autoridad en la mesa de juntas, acciones en la empresa y en el club. Si lo deseaba, podía llamar una amiga, concertar una cita, y pasar la noche con ella; una noche sin compromisos… Tenía todo lo que un soltero podía desear.
Pero había algo que siempre había querido con desesperación y nunca había estado más lejos de obtener.  
Ella.
A veces se odiaba por quererla tanto.  Ella veía a través de él, ni siquiera se daba cuenta de que estaba allí… al parecer, nunca podría escalar lo suficientemente alto como para llegar a ella.  Estaba tan cansado, y se sentía tan solo, siempre tan solo.
Pero era incapaz de enamorarse de otra, la quería a ella.


Dulce Destino

Daniel caminó por unos pasillos y dio con una habitación de juegos increíble. Había de todo allí, cada cosa electrónica con la que él nunca había soñado, cada juguete, cada aparato.
Caminó mirando todo un poco anonadado. ¿Quién disfrutaba de estas cosas?
—Todo es mío –dijo Esteban desde un rincón. D...

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