




MI HISTORIA PARTE 1
Capítulo 7
Narrado por Edward
Siempre fui el error en la familia McKenzie. El hijo que decepcionaba, el que no encajaba. La oveja negra, como solían decir. Desde pequeño, parecía que cargaría con ese título toda la vida.
Liam, en cambio, era el brillante. El preferido. A él se le perdonaba todo. Era el orgullo de papá, el que siempre decía y hacía lo correcto… al menos ante sus ojos.
Pero Liam, por más que lo tuviera todo, siempre quiso lo mío. De niños, eran mis juguetes. Luego, mis premios, mis ideas, mis sueños. Y cuando crecimos… también quiso a las chicas que yo amaba.
Y entonces llegó Margarita.
Hija de unos granjeros que habían hecho fortuna, no tardaron en etiquetarla. “Nueva rica”. Para los círculos de papá, eso era un insulto disfrazado de cortesía. No pertenecía a su mundo. Y quizás por eso me atrajo tanto. Ella era diferente. Hermosa, directa… real.
Nos enamoramos con una intensidad que me quemaba por dentro. Fuimos el primero del otro. Lo decidimos juntos. Íbamos a empezar la universidad y queríamos construir algo lejos de todo esto. De nuestras familias, del peso de nuestros apellidos.
Por un momento creí que todo iba a estar bien.
Pero Liam tenía que arruinarlo.
La conoció y fue suficiente. No importaba que ella fuera mía. Él la quería. Y cuando Liam quería algo… lo tomaba.
Mi padre insistió en que me fuera un año al extranjero, "para que madura" , me dijo. “Para que aprendas inglés”. No tenía opción.
A las pocas semanas de estar allá, empecé a notar el silencio. Margarita no respondía mis mensajes. No contestaba mis llamadas. Algo en mí se quebró. No pude más.
Volví.
Siete semanas después, aterricé en una casa que ya no era la mía. Una familia dividida. Y una noticia que me desgarró.
—Ella y sus padres han elegido a tu hermano —me dijo mi padre sin siquiera mirarme—. Acepta la realidad, Margarita se casará con Liam.
Sentí que me arrancaban el pecho con esas palabras. Que todo lo que había creído… había sido una mentira. ¿Había cambiado nuestro amor por dinero? ¿Por un apellido?
Fui a buscarla. Todavía tengo esa imagen grabada. El cielo parecía soleado, pero llovía. Como si el mundo también estuviera confundido.
El padre de Margarita me cerró el paso.
—No tienes nada que hablar con mi hija. Ella tomó su decisión: se casará con Liam. El futuro heredero.
Su voz sonaba orgullosa. Ni una pizca de culpa. Como si el amor no significara nada. Yo aún creía que sí.
—¡Quiero que ella me lo diga en la cara! —grité, perdiendo el control, empujándolo sin pensarlo.
Entré al salón. El corazón me dolía tanto que apenas podía sostenerme. Y ahí estaba ella.
Margarita.
Midiéndose el vestido de novia.
Dos meses. Dos malditos meses planeando esto mientras yo la esperaba.
Nuestros ojos se cruzaron. La sorpresa en su rostro fue real. Yo lo vi.
—Déjennos solos —pidió, apenas un susurro.
Su madre se acercó antes de salir y le habló al oído, pero lo escuché con claridad.
—Recuerda lo que te conviene.
Cuando nos quedamos a solas, avancé hacia ella. Mi voz temblaba.
—No puedes casarte con mi hermano… tú y yo… lo nuestro fue real.
No sé cuántas veces se lo rogué, pero ella… solo me miró en silencio.
Y me pidió que olvidara nuestra relación, era momento de entender que yo era la novia que había elegido su hermano.
Me quite la manilla de amor de hilo rojo que ella me regaló, y se la tire en la cara
—¡Nunca voy a olvidar esto! Te odio.
Ese día regrese a casa, agarre mi maleta que aún seguía empacada después del viaje, y busque a mi padre
—Necesito que me entregues la herencia que dejó mi madre, me voy de aqui —intente sonar firme lo mas que un hombre de 20 años podía sonar.
El soltó una carcajada
—Te vas de aquí sin nada, el dinero de tu madre está invertido y se irá a el capital de la empresa, es mi decisión.
Le di un golpe a la mesa, hoy no estaba dispuesto a tolerar su altanería.
—¡Lo necesito! Es mi dinero, no quiero que me obligues a llegar a medidas extremas —en ese momento me di cuenta que el chico bueno desaparecio.
—¿Que piensas hacer? ¿Demandarme? Perfecto, puedo soportar una demanda, quizás nunca salga a tu favor.
—¿Por que le odias? —Aquella pregunta necesitaba hacerla desde que era niño, era claro la preferencia y sin mi madre me sentía solo.
—No eres mi hijo —dijo con frialdad —Te reconocí porque amaba a tu madre, pero no tienes mi sangre, mi linaje es Liam.
Me quemo el alma, aunque muchas veces lo sosopeche, pero gracias a su confesión, me dio la libertad de hacer lo que quise desde hace mucho, alejarme para siempre.
—Perfecto, entonces dame mi dinero, te dejaré en paz a Liam y a ti
—¡No lo haré! Ese dinero es mío ahora
—Si no me lo das, tengo suficientes pruebas de tu lavado, se cómo has hecho crecer el capítal, y tengo el apoyo de Roger Lincoln.
El viejo Roger, era un amigo del club, siempre de dio cuenta de las injusticias que habían cometido conmigo y me prometió su apoyo.
Lo busque para pedirle ayuda con el proceso de mi herencia, su respuesta fue clara, la única manera de ganarle a mi padre era con amenazas.
Los ojos de mi padre se abrieron con enojo, le dio un golpe a la mesa lleno de rabia
—¿Serías capaz de hacerle esto a tu padre?
Sonrei, hasta este momento, Aurelio Mackenzie era mi padre, pero no más
—No eres mi padre, lo acabas de decir.
Sacó su chequera y me dio una cifra en un papel en blanco, se que no era el dinero completo pero lo acepte, quería empezar de cero.
Aproveche los boletos que aún tenía y me fui del país, no sin antes dejarle Margarita un regalo de bodas, un ramo de flores negro.
Desde ese día empecé a trabajar arduamente, cada día de mi vida, seguro de lo que iba a lograr.
Y mi punto más alto fue ella, Clara Peterson, la mujer que cambiaría por completo mi vida.