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Cumpleaños

El silencio era tan espeso dentro del auto que podía escucharse el tic-tac del reloj digital en el tablero. Íbamos rumbo a la oficina, él mirando por la ventanilla con su típica expresión fría, y yo con la mirada fija en mis manos entrelazadas sobre el regazo. Ninguno dijo una palabra.

Y, sin embar...