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No quiero dejar de amarlo

La música era demasiado fuerte, y la luz parpadeante de las lámparas me perforaba las sienes. Llevábamos horas en aquella fiesta ridículamente opulenta, y aunque los demás parecían divertirse, yo no podía sentirme más fuera de lugar. Sentada sola en la barra, con un vaso de agua con hielo entre las ...