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Ya no era libre

Desperté con un dolor agudo en la cabeza, como si mi cráneo hubiese sido partido en dos y alguien estuviera rematando con un martillo desde adentro. La luz blanca del techo me cegó por un momento. Tuve que entrecerrar los ojos, adaptarme lentamente, reconociendo poco a poco la habitación estéril de ...