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32

Capítulo 32

El amanecer llegó como una herida abierta.

Una tenue luz gris se filtraba entre las persianas metálicas del loft, bañando el rostro dormido de Amelia.

Sebastián no había pegado un ojo.

Sentado en una vieja silla frente a la cama, vigilaba la puerta como un soldado en su último puesto...