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31

Capítulo 31

Amelia no podía dejar de temblar, pero no era el frío.

Era la sensación de estar viva, completamente despierta, vibrando desde la piel hasta los huesos.

Sebastián, todavía con la respiración agitada, sacó su teléfono. De inmediato comenzó a enviar los archivos que Amelia había escaneado...