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28

Capítulo 28

El silencio en el auto era casi tan denso como la oscuridad que los envolvía. Solo el suave ronroneo del motor y el latido acelerado del corazón de Amelia rompían la atmósfera tensa.

Sebastián conducía con una expresión férrea, los nudillos blancos aferrados al volante, la mandíbula ten...