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Capítulo 56

—¡Aléjate! —ordenó la Diosa, con el brazo extendido—. Ella debe completar esto sola.

El dolor se intensificó. Caí de rodillas, sujetándome el estómago con fuerza. Mi bebé. Por favor, no lastimen a mi bebé.

—El niño está a salvo —aseguró la Diosa, leyendo mis pensamientos—. Esto es para ti.

La ene...