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Capítulo 52

Volví a la casa de la manada después de ordenar a dos guerreros que se quedaran vigilando la celda. Subí las escaleras y entré en nuestra habitación para encontrarla vacía. Me di una ducha rápida para quitarme la sangre. Luego llamé a Ria.

—¿Dónde estás, cariño? —pregunté.

—Cocina.

Maldita sea, m...