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CAPÍTULO SETENTA Y NUEVE

KYLE

Ashley se quedó congelada en la entrada, con los dedos aún aferrados al picaporte. Sus ojos se abrieron ligeramente y, por un segundo—solo un segundo—algo pasó por su rostro. ¿Molestia? ¿Sorpresa? ¿Una mezcla de ambas?

No me importaba.

Mi pulso latía con fuerza, mi pecho se apretaba con todo...