Read with BonusRead with Bonus

CAPÍTULO SETENTA Y OCHO

ASHLEY

—¿Qué demonios? ¿Por qué tenía que morir la protagonista?

Miré el libro en mis manos, con la boca ligeramente abierta en total traición. Mi cerebro todavía estaba tratando de procesar lo que acababa de leer. La protagonista—la ruda, poderosa, la elegida—estaba muerta. No en un modo de muert...