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CAPÍTULO SIETE

Los hospitales siempre tenían una manera de embotar todo—los colores, los sonidos, el aire mismo. El lugar apestaba a antiséptico y dolor silenciado, un espejo perfecto de cómo me había sentido desde el día en que Ashley salió de mi vida. Acababa de concluir mi sesión de terapia del día, la rutina e...