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CAPÍTULO SESENTA Y DOS

Veinte minutos después, todavía estábamos atrapados en un bucle interminable de desacuerdos.

—Demasiado aburrida.

—Demasiado cursi.

—Nada de terror. Odio el terror.

—Esa es una película para niños, Pecas.

—¿Y qué? Las películas para niños pueden ser buenas.

—Sí. Si eres un maldito niño.

Le lancé u...