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CAPÍTULO CUARENTA Y OCHO

Ethan estaba allí con esa sonrisa fácil tan familiar. Llevaba una camisa azul marino ajustada con las mangas arremangadas hasta los codos, la tela impecable se ajustaba a sus anchos hombros. Unos jeans oscuros abrazaban su alta figura. Su cabello oscuro estaba ligeramente despeinado y sus ojos profu...