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CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE

KYLE

No creía en el destino como una regla general. Pero como todas las reglas, había excepciones.

Solo había tenido una antes de esta noche—el día que conocí a Ashley por primera vez en la secundaria.

Y ahora, de pie aquí, viendo cómo me miraba con las mejillas enrojecidas por el whisky y fuego ...