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CAPÍTULO VEINTITRÉS

KYLE

Miré fijamente la pantalla frente a mí mientras tecleaba sin descanso en el teclado, el ritmo del tap-tap-tap resonando en la silenciosa oficina. Las elegantes ventanas de piso a techo detrás de mí mostraban el familiar horizonte de Nueva York.

Habíamos regresado de Vermont apenas ayer. Las ú...