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CAPÍTULO CIENTO SETENTA Y DOS

KYLE

DÍA PRESENTE.

La mañana llegó demasiado rápido.

No es que haya dormido.

Ni siquiera me moví.

Me quedé allí toda la noche, congelado en la silla de cuero junto a mi escritorio, viendo cómo la ciudad se desangraba de la noche al día como si intentara limpiarme. La memoria USB aún brillaba te...