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CAPÍTULO CIENTO SESENTA Y NUEVE

LUCIAN

Lo peor no fue despertar.

Fue darme cuenta de que no había soñado nada de eso.

Quería que fuera una pesadilla. Una de esas horribles y borrosas que se desvanecen con la luz de la mañana. Pero esto no se desvanecía. Esto era real.

El techo sobre mí era demasiado blanco. Austero. Zumbaba co...